domingo, 27 de enero de 2013

Escuché una vez

Escuché una vez  a un viejo decir en un bar que el hombre, con el tiempo, se acostumbra a todo. Se acostumbra a vivir en Laponia a menos de cuarenta grados o en Barbate a más de cuarenta. Se acostumbra a estar en una silla de ruedas, a perder un brazo, a no tener padre, incluso a vivir en un puñetero barco en el fin del mundo. Decía ese viejo que es la estúpida manera que tenemos de seguir siendo felices.Pero hay cosas a las que no te acostumbras ni con todo el tiempo del mundo. No te acostumbras al hueco del otro lado de la cama, nunca te acostumbrarás a no ver su sonrisa, o a dejar de pedir dos copas en un bar, o a comprar dos entradas para un concierto, a no notar su olor ni sus besos, ni a que te se reviente el alma cada vez que te miras al espejo y te das cuanta de que eres el gilipollas más grande del mundo por haber dejado escapar al amor de tu vida. 

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